viernes, 2 de noviembre de 2012

PREHISTORIA


INTRODUCCIÓN
La protohistoria se denomina así por considerarse anteriores a los tiempos históricos, anteriores a los tiempos en los que la historia empieza a estar escrita. No todos los pueblos llegaron a este punto al mismo tiempo.
Las fuentes para su estudio son casi en su totalidad arqueológicas, aunque también se poseen tradiciones orales. Suele incluirse tanto en el estudio del final de la prehistoria, como en el inicio de la Historia Antigua.
Ésta es una época en la que las distintas civilizaciones se desarrollaron culturalmente, alcanzando el inicio de la escritura y de la metalurgia. Suele relacionarse con la Segunda Edad del Hierro, por ser ésta la última fase de la prehistoria.
  
DESARROLLO TEMATICO
Se denomina Protohistoria a la Segunda Edad del Hierro, que abarca desde el 500 a. C. aproximadamente, hasta la penetración de las tropas romanas en la Península Ibérica. Posee caracteres muy definidos y diferenciados para la Alta y Baja Extremadura en función de las influencias que recibe desde la Meseta o desde las zonas de la Turdetania. Casi todos los asentamientos de esta época, están relacionados con el control de la minería. Destacan cuatro metales en estos momentos, por la relativa facilidad de su obtención y por su abundancia en la región: oro, plata, cobre y estaño:
El oro es frecuente en la zona norte de la región (zona fronteriza con Portugal, El Jerte y valle de Alagón).
La plata aparece de una forma casi exclusiva en Badajoz en su límite con Ciudad Real, Córdoba y Sevilla, provocando unos fáciles accesos desde el sur-este de la región.
El cobre es menos abundante y está asociado a los distritos mineros onubenses en el sur de Badajoz de gran atracción sobre poblaciones orientales tempranamente explotados.
Por último, el estaño asociado al cobre aparece en la provincia de Cáceres al sur del Tajo.
La protohistoria es la época que se sitúa cronológicamente entre la Prehistoria y la Historia. Se encuentran dos acepciones:
Según la escuela francesa, una sociedad pertenece a la Protohistoria cuando, a pesar de ser una cultura ágrafa, se tiene noticias escritas sobre ella mediante fuentes indirectas: p.e., la cultura de La Tène y Hallstatt respecto a los escritores clásicos.
Según la escuela francesa, las sociedades protohistóricas son aquellas en la transición hacia la cultura escrita, a su vez, en proceso de formación de un Estado; en Europa, por tanto, haría referencia a la Edad de los Metales.
La protohistoria suele relacionarse con la Segunda Edad del Hierro, por ser ésta la última fase de la prehistoria. Dentro del período protohistórico en Europa se desarrollaron numerosas entidades políticas semi centralizadas, que coincidieron con el inicio de la escritura y de la metalurgia. Esas civilizaciones produjeron documentos epigráficos breves y posteriormente crónicas extensas, considerándose ese punto Historia Antigua.
El paso a la metalurgia del hierro significará una nueva tecnología y con ello la posibilidad de una mayor dureza del armamento y del utillaje agrícola, de tal manera que el bronce quedará relegado a vasijas, adornos, estatuillas, con la ventaja de la mayor facilidad de obtención por encontrarse mejor repartido y su proceso de transformación no significa demasiados problemas comparados con los del bronce.
Los vetones se aliaron con los lusitanos para luchar contra los romanos. La cerámica que componen posee unas tan características peculiares que se determina como un aspecto cultural representativo de este pueblo.

Sin embargo, el pueblo prerromano de los vetones moraba no solamente las provincias de Cáceres y Badajoz, sino también otros territorios de la Península Ibérica como parte de las actuales provincias de Zamora, Salamanca, Ávila y Toledo.
Se divide en dos grandes periodos: Paleolítico (500.000 años a. C. hasta 3.000 años a.C.) y el Neolítico situado a partir de esos 3.000 años a. C. El Paleolítico, a su vez, se divide en inferior o primitivo y superior. Todo en este terreno es dudoso y más que historia es arqueología cuyos descubrimientos permanentemente modifican las teorías previamente establecidas. No obstante, podemos decir que el hombre tiene su origen en Africa y que penetra en la Península Ibérica a través de los Pirineos por cuanto el Estrecho de Gibraltar se convertía en una barrera insalvable por la falta de conocimientos para la navegación del hombre primitivo. En definitiva, el género humano llega a nuestra península desde Africa en un largo viaje de miles de años que le lleva por todo el Norte de Africa, bordeando el Mediterráneo para recorrer todo el Sur de Europa y entrar finalmente en la Península Ibérica.

Así llegamos al Neolítico. En Europa del año 3.000 al 2.000 a.C. Egipto y Caldea estaban desde antes del 3.000 a.C. en plena época histórica. El Homo Sapiens ha formado, tras eliminar al Hombre de Neandertal, el primer sustrato humano de la Península.
Por los Pirineos, a partir de los últimos dos siglos del II Milenio a.C. y durante cerca de 700 años, se introducirán distintas oleadas celtas en la Península que se imponen de forma brutal a la población existente ocupando el Norte y el Noroeste de la Península llegando hasta la actual Extremadura. Junto a los Celtas, el segundo gran conjunto de pueblos invasores de la Península, desde finales del II Milenio a.C., es el de los íberos con doble procedencia: una principal indoeuropea, que va a ocupar todo el litoral mediterráneo oriental y parte del Centro y del Sur de la Península, y otra africana instalada en las costas del Sureste.
Aunque, históricamente importante, evitaremos hablar del mítico Reino de Tartessos. Tanto Celtas como Iberos combinaron su sangre con el sustrato humano que habita la Península y convergen mediante actividades de guerra y paz en la Meseta Central dando origen a los Celtíberos.
Debe afirmarse que los pueblos prerromanos de Iberia no formaban ninguna unidad. Ni entre celtas e íberos había unidad. Ni entre los propios celtas, ni entre los propios íberos había unidad. Sólo existía, quizá, ese sentimiento o entre los celtíberos. No obstante, la organización existente, de todos ellos celtíberos incluidos, puede definirse como tribal.
Y esta es la Península que encuentran pueblos colonizadores, los primeros los fenicios, que fundan Cádiz en el año 1.100 a.C. o, según otros especialistas, no antes del siglo VIII a.C. con lo que, entonces, habrían sido los griegos los primeros colonizadores en llegar a la Península a la que llamaran Iberia.
Hacia el año 600 a.C. los griegos, instalados en todo el litoral mediterráneo oriental, empiezan a tener problemas con los fenicios y los púnicos, una colonia fenicia norteafricana, en el Sur de la Península. No obstante, los fenicios desaparecerán de la Península cuando en el año 573 a.C. Fenicia cae a manos del Rey de Babilonia Nabucodonosor. La labor fenicia será continuada por los púnicos o cartagineses. Los púnicos derrotarán a los griegos en el año 535 a.C. en la Batalla de Alalia y así obtendrán el monopolio del comercio en el Mediterráneo Suroccidental. Es en estas fechas cuando en la región italiana del Lazio nace Roma.
Griegos, Fenicios y Púnicos entrarán en relación mucho más directa con los pueblos íberos que con los celtas lo que convierte a los primeros en los pueblos más desarrollados de la Península. Del pueblo íbero queremos señalar su denominada devotio iberica , una relación de fidelidad hasta la muerte de algunos guerreros con su Jefe, fundamental en la organización de sus castas guerreras que como mercenarios obtuvieron fama entre griegos, cartagineses y, más tarde, romanos. También queremos señalar su culto a los muertos, especialmente, a sus Caudillos.

A partir del año 535 a.C Iberia es testigo del desarrollo del Imperio Cartaginés, primero comercial, pero que con la expansión de Roma cobrará una significación militar. En el año 348 a.C. Cartago y Roma establecen un tratado que marca los límites de la influencia púnica en Iberia en la actual Murcia. El afán expansionista de Roma dará lugar a la primera guerra púnica por la que Cartago pierde Córcega, Cerdeña y Sicilia a favor de Roma con lo que Iberia cobra enorme importancia para los cartagineses.

Amílcar Barca se presenta en Cádiz con un poderoso ejército cartaginés. Ya no comercian. Ahora guerrean contra los íberos. Los cartagineses avanzan por el litoral Mediterráneo hacia el Norte. Amilcar Barca muere en batalla contra los indígenas íberos. Le sucede su yerno Asdrúbal con una política más diplomática con los íberos. Asdrúbal fundará Cartagena y sigue avanzando hacia el Norte. En el año 226 a.C. cartagineses y romanos firman un nuevo tratado por el que los límites de la presencia púnica en Iberia se trasladan hasta el Ebro. Asdrúbal muere en el año 221 a.C. Anibal, hijo de Amilcar Barca, toma el mando cartaginés. En el año 219 a.C. Anibal ataca Sagunto, ciudad amiga de Roma.

Sagunto se defiende heroicamente contra un ejército que dispone de absoluta superioridad y resistiendo el asedio durante 8 meses. Sagunto se convierte, por su comportamiento en una de las raíces de la tradición hispánica: la capacidad de resistencia hasta la muerte empezaba a ser una constante de la tenacidad cívica del sustrato humano de Iberia.

Roma, a raíz dela ataque cartaginés contra Sagunto, declara la Guerra a los púnicos. Será la segunda guerra púnica y significará la entrada de Roma en la Península Ibérica.




CONCLUSIÓN

La Protohistoria se sitúa cronológicamente entre la Prehistoria y la Historia.
Las fuentes para su estudio son casi en su totalidad arqueológicas, aunque también se poseen tradiciones orales. Teniendo en cuenta que los milenios que van desde la invención de la escritura en distintos focos en todo el mundo, de los que Oriente Próximo fue el primero hasta su difusión por todo el mundo particularmente para Europa y la cuenca del Mediterráneo en el caso citado pueden utilizarse las fuentes escritas por griegos, fenicios, hebreos o egipcios para el estudio de ese tiempo.
Ésta es una época en la que las distintas civilizaciones se desarrollaron culturalmente, alcanzando el inicio de la escritura y de la metalurgia.
Suele relacionarse con la Segunda Edad del Hierro, por ser ésta la última fase de la prehistoria.

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