INTRODUCCIÓN
La protohistoria se denomina así por considerarse
anteriores a los tiempos históricos, anteriores a los tiempos en los que la
historia empieza a estar escrita. No todos los pueblos llegaron a este punto al
mismo tiempo.
Las fuentes para su estudio son casi en su
totalidad arqueológicas, aunque también se poseen tradiciones orales. Suele
incluirse tanto en el estudio del final de la prehistoria, como en el inicio de
la Historia Antigua.
Ésta es una época en la que las distintas
civilizaciones se desarrollaron culturalmente, alcanzando el inicio de la
escritura y de la metalurgia. Suele relacionarse con la Segunda Edad del
Hierro, por ser ésta la última fase de la prehistoria.
DESARROLLO
TEMATICO
Se denomina Protohistoria a la Segunda Edad del Hierro,
que abarca desde el 500 a. C. aproximadamente, hasta la penetración de las
tropas romanas en la Península Ibérica. Posee caracteres muy definidos y
diferenciados para la Alta y Baja Extremadura en función de las influencias que
recibe desde la Meseta o desde las zonas de la Turdetania. Casi todos los
asentamientos de esta época, están relacionados con el control de la minería.
Destacan cuatro metales en estos momentos, por la relativa facilidad de su
obtención y por su abundancia en la región: oro, plata, cobre y estaño:
El oro es frecuente en la zona norte de la región (zona
fronteriza con Portugal, El Jerte y valle de Alagón).
La plata aparece de una forma casi exclusiva en Badajoz
en su límite con Ciudad Real, Córdoba y Sevilla, provocando unos fáciles
accesos desde el sur-este de la región.
El cobre es menos abundante y está asociado a los
distritos mineros onubenses en el sur de Badajoz de gran atracción sobre
poblaciones orientales tempranamente explotados.
Por último, el estaño asociado al cobre aparece en la provincia
de Cáceres al sur del Tajo.
La protohistoria es la época que se sitúa
cronológicamente entre la Prehistoria y la Historia. Se encuentran dos
acepciones:
Según la escuela francesa, una sociedad pertenece a la
Protohistoria cuando, a pesar de ser una cultura ágrafa, se tiene noticias
escritas sobre ella mediante fuentes indirectas: p.e., la cultura de La Tène y
Hallstatt respecto a los escritores clásicos.
Según la escuela francesa, las sociedades protohistóricas
son aquellas en la transición hacia la cultura escrita, a su vez, en proceso de
formación de un Estado; en Europa, por tanto, haría referencia a la Edad de los
Metales.
La protohistoria suele relacionarse con la Segunda Edad
del Hierro, por ser ésta la última fase de la prehistoria. Dentro del período
protohistórico en Europa se desarrollaron numerosas entidades políticas semi centralizadas,
que coincidieron con el inicio de la escritura y de la metalurgia. Esas
civilizaciones produjeron documentos epigráficos breves y posteriormente
crónicas extensas, considerándose ese punto Historia Antigua.
El paso a la metalurgia
del hierro significará una nueva tecnología y con ello la posibilidad de una
mayor dureza del armamento y del utillaje agrícola, de tal manera que el bronce
quedará relegado a vasijas, adornos, estatuillas, con la ventaja de la mayor
facilidad de obtención por encontrarse mejor repartido y su proceso de
transformación no significa demasiados problemas comparados con los del bronce.
Los vetones se aliaron con los lusitanos para luchar
contra los romanos. La cerámica que componen posee unas tan características
peculiares que se determina como un aspecto cultural representativo de este
pueblo.
Sin embargo, el pueblo prerromano de los vetones
moraba no solamente las provincias de Cáceres y Badajoz, sino también otros
territorios de la Península Ibérica como parte de las actuales provincias de
Zamora, Salamanca, Ávila y Toledo.
Se
divide en dos grandes periodos: Paleolítico (500.000 años a. C. hasta 3.000
años a.C.) y el Neolítico situado a partir de esos 3.000 años a. C. El
Paleolítico, a su vez, se divide en inferior o primitivo y superior. Todo en
este terreno es dudoso y más que historia es arqueología cuyos descubrimientos
permanentemente modifican las teorías previamente establecidas. No obstante,
podemos decir que el hombre tiene su origen en Africa y que penetra en la
Península Ibérica a través de los Pirineos por cuanto el Estrecho de Gibraltar
se convertía en una barrera insalvable por la falta de conocimientos para la
navegación del hombre primitivo. En definitiva, el género humano llega a
nuestra península desde Africa en un largo viaje de miles de años que le lleva
por todo el Norte de Africa, bordeando el Mediterráneo para recorrer todo el
Sur de Europa y entrar finalmente en la Península Ibérica.
Así
llegamos al Neolítico. En Europa del año 3.000 al 2.000 a.C. Egipto y Caldea
estaban desde antes del 3.000 a.C. en plena época histórica. El Homo Sapiens ha
formado, tras eliminar al Hombre de Neandertal, el primer sustrato humano de la
Península.
Por
los Pirineos, a partir de los últimos dos siglos del II Milenio a.C. y durante
cerca de 700 años, se introducirán distintas oleadas celtas en la Península que
se imponen de forma brutal a la población existente ocupando el Norte y el
Noroeste de la Península llegando hasta la actual Extremadura. Junto a los
Celtas, el segundo gran conjunto de pueblos invasores de la Península, desde
finales del II Milenio a.C., es el de los íberos con doble procedencia: una
principal indoeuropea, que va a ocupar todo el litoral mediterráneo oriental y
parte del Centro y del Sur de la Península, y otra africana instalada en las
costas del Sureste.
Aunque,
históricamente importante, evitaremos hablar del mítico Reino de Tartessos.
Tanto Celtas como Iberos combinaron su sangre con el sustrato humano que habita
la Península y convergen mediante actividades de guerra y paz en la Meseta
Central dando origen a los Celtíberos.
Debe
afirmarse que los pueblos prerromanos de Iberia no formaban ninguna unidad. Ni
entre celtas e íberos había unidad. Ni entre los propios celtas, ni entre los
propios íberos había unidad. Sólo existía, quizá, ese sentimiento o entre los
celtíberos. No obstante, la organización existente, de todos ellos celtíberos
incluidos, puede definirse como tribal.
Y
esta es la Península que encuentran pueblos colonizadores, los primeros los
fenicios, que fundan Cádiz en el año 1.100 a.C. o, según otros especialistas,
no antes del siglo VIII a.C. con lo que, entonces, habrían sido los griegos los
primeros colonizadores en llegar a la Península a la que llamaran Iberia.
Hacia
el año 600 a.C. los griegos, instalados en todo el litoral mediterráneo
oriental, empiezan a tener problemas con los fenicios y los púnicos, una
colonia fenicia norteafricana, en el Sur de la Península. No obstante, los
fenicios desaparecerán de la Península cuando en el año 573 a.C. Fenicia cae a
manos del Rey de Babilonia Nabucodonosor. La labor fenicia será continuada por
los púnicos o cartagineses. Los púnicos derrotarán a los griegos en el año 535
a.C. en la Batalla de Alalia y así obtendrán el monopolio del comercio en el
Mediterráneo Suroccidental. Es en estas fechas cuando en la región italiana del
Lazio nace Roma.
Griegos,
Fenicios y Púnicos entrarán en relación mucho más directa con los pueblos
íberos que con los celtas lo que convierte a los primeros en los pueblos más
desarrollados de la Península. Del pueblo íbero queremos señalar su denominada
devotio iberica , una relación de fidelidad hasta la muerte de algunos
guerreros con su Jefe, fundamental en la organización de sus castas guerreras
que como mercenarios obtuvieron fama entre griegos, cartagineses y, más tarde,
romanos. También queremos señalar su culto a los muertos, especialmente, a sus
Caudillos.
A
partir del año 535 a.C Iberia es testigo del desarrollo del Imperio Cartaginés,
primero comercial, pero que con la expansión de Roma cobrará una significación
militar. En el año 348 a.C. Cartago y Roma establecen un tratado que marca los
límites de la influencia púnica en Iberia en la actual Murcia. El afán
expansionista de Roma dará lugar a la primera guerra púnica por la que Cartago
pierde Córcega, Cerdeña y Sicilia a favor de Roma con lo que Iberia cobra
enorme importancia para los cartagineses.
Amílcar
Barca se presenta en Cádiz con un poderoso ejército cartaginés. Ya no
comercian. Ahora guerrean contra los íberos. Los cartagineses avanzan por el
litoral Mediterráneo hacia el Norte. Amilcar Barca muere en batalla contra los
indígenas íberos. Le sucede su yerno Asdrúbal con una política más diplomática
con los íberos. Asdrúbal fundará Cartagena y sigue avanzando hacia el Norte. En
el año 226 a.C. cartagineses y romanos firman un nuevo tratado por el que los
límites de la presencia púnica en Iberia se trasladan hasta el Ebro. Asdrúbal
muere en el año 221 a.C. Anibal, hijo de Amilcar Barca, toma el mando
cartaginés. En el año 219 a.C. Anibal ataca Sagunto, ciudad amiga de Roma.
Sagunto
se defiende heroicamente contra un ejército que dispone de absoluta
superioridad y resistiendo el asedio durante 8 meses. Sagunto se convierte, por
su comportamiento en una de las raíces de la tradición hispánica: la capacidad
de resistencia hasta la muerte empezaba a ser una constante de la tenacidad
cívica del sustrato humano de Iberia.
Roma,
a raíz dela ataque cartaginés contra Sagunto, declara la Guerra a los púnicos.
Será la segunda guerra púnica y significará la entrada de Roma en la Península
Ibérica.
CONCLUSIÓN
La
Protohistoria se sitúa cronológicamente entre la Prehistoria y la Historia.
Las
fuentes para su estudio son casi en su totalidad arqueológicas, aunque también
se poseen tradiciones orales. Teniendo en cuenta que los milenios que van desde
la invención de la escritura en distintos focos en todo el mundo, de los que
Oriente Próximo fue el primero hasta su difusión por todo el mundo particularmente
para Europa y la cuenca del Mediterráneo en el caso citado pueden utilizarse
las fuentes escritas por griegos, fenicios, hebreos o egipcios para el estudio
de ese tiempo.
Ésta
es una época en la que las distintas civilizaciones se desarrollaron
culturalmente, alcanzando el inicio de la escritura y de la metalurgia.
Suele
relacionarse con la Segunda Edad del Hierro, por ser ésta la última fase de la
prehistoria.
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